miércoles, 25 de mayo de 2011

El almacén de las palabras terribles: Tinta curiosa pero breve

El segundo hallazgo de la Feria del Libro no me resultó tan maravilloso como El portal de la sombra, aunque sí me deparó ciertas sorpresas.
Narra la historia de Talia y Pablo, una niña y un joven dispares que, a raíz de conflictos en sus vidas, deciden visitar el almacén de las palabras terribles, un lugar donde pueden aprender el valor de la palabra y así reparar sus errores.
Una historia amena, que oscila entre el surrealismo y el drama, cuyo mayor error quizás sea su avasallante brevedad, gracias a la cual apenas se llega a conocer a la mayoría de sus personajes, que permanecen casi inexplorados por su autora. A mi parecer, esto hace que las uniones entre los mismos y ciertas situaciones que atraviesen apenas suenen creíbles. La historia tendría que haberse desarrollado en más páginas, para poder nutrir a los personajes y las descripciones.
No obstante, no deja de ser un libro interesante durante parte de su desarrollo, aunque el final quizá se haga un poco predecible o sencillo.

Lo que rescato son las experiencias de Talia y Pablo en aquel lugar tan extraño, lleno de ideas y pensamientos curiosos, profundos y de gran imaginación.


Susurros del libro:

"-(...) ¿Qué se puede hacer con las palabras terribles que han sido pronunciadas y escuchadas? -No parecía que se lo preguntara a ella; más bien era como si se lo preguntase a sí mismo-. Las palabras no se pueden recoger como una moneda que has tirado al suelo.
-Ya lo sé.
-No se puede hacer una herida y, al ver la sangre, volverla a cerrar con solo desearlo. No se puede no haber dicho lo que has dicho." 

"-Buscamos -empezó el muchacho, sintiéndose totalmente estúpido al decirlo-, palabras.
-Nuestras palabras -corrigió Talia-. Palabras terribles.
-Si han sido pronunciadas, están aquí. Aquí las conservamos."

"Se miraron por ultima vez y, cada uno siguiendo su luz, se separaron y se internaron en las tinieblas."

"-¿Quieres conocer el efecto de tus palabras?"

"Ella sabía que pasaban esas cosas. La diferencia era que a ella no le parecía bien que fuera así, que ella quería hacer algo para cambiarlo."

"-Quiero mostrarte algo -dijo el guía, sacando uno de los frascos.
-Es muy bonito -dijo Talia, fijando la vista en las motas doradas y plateadas que danzaban en el círculo transparente.
-¿Sabes qué es?
-¿Más palabras? -aventuró Talia.
-Son tus palabras de amor."

"-(...) ¿Recuerdas que puedes usar las palabras como un cuchillo? También las puedes convertir en una flor."

"-¿Y aquí se guardan las palabras de amor? -preguntó, impresionada.
-Solo algunas. Las auténticas, las sinceras, las que han sido pronunciadas desde el fondo de tu alma para compartir tu felicidad. Hay humanos que no tienen una sola palabra guardada aquí, que ni siquiera son capaces de pronunciarlas.
-¿Por qué?
-Porque no saben hacerlo. Nunca han aprendido. Hay otros que ni siquiera son capaces de sentir lo que te lleva a decir esas palabras."

"Algunas veces le parecía que era el color el que sonaba a su alrededor o el perfume el que cambiaba de forma frente a sus ojos."

"-Aquí no hay ahora. Aquí es siempre."

"Pero su madre estaba en el otro mundo, en el mundo donde el tiempo pasaba y la gente tenía prisa y había que tomar decisiones."

"Recibía alegremente cada cambio de luz y de sonido, pero ya no trataba de ponerlo en palabras, de recordarlo para poderlo contar. Su mente se había abierto al regalo que aquellos seres luminosos le estaban ofreciendo y ni una sola vez se le pasó por la cabeza que debía de hacer mucho tiempo que salió del colegio, que la estarían buscando, que nadie podría encontrarla porque nadie, menos el viejo del parque, sabía de la existencia del almacén de las palabras terribles."

-Aprendí que mis palabras dijeran lo que quiero decir."



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