viernes, 8 de febrero de 2013

Todos tenemos un plan: Ideas que pierden sus planes...


"Todos tenemos un plan", es una película argentina coproducida con Estados Unidos. Dirige Ana Piterbarg y protagonizan Viggo Mortensen (también productor), Sofía Gala Castiglione, Soledad Villamil, y Daniel Fanego, entre otros.


Se trata de un film que pretende ser un tanto más arriesgado que otros realizados en nuestro país (el hecho de que Viggo interprete a dos hermanos muy diferentes entre sí, el peso estadounidense que roba un poco de "argentinidad" a la historia), pero que, a medida que avanza, va perdiendo su rumbo y cayendo en lugares ya explorados.

A lo largo de sus dos horas de filmación, seguimos a Agustín, un hombre demasiado cobarde y dudoso de sí mismo que, por distintos motivos de su vida -y tras un abrupto reencuentro con su hermano gemelo-, decide adoptar otra identidad, entrando en contacto con el sombrío y turbio entorno de su hermano..., de su propia infancia.

Técnica y artisticamente, la película está más que bien: emplea luz justificada durante casi todo el relato, provocando luces y sombras muy marcadas, que ayudan forjando el clima buscado; cuenta además con valiosos exteriores (El Delta), excelentes decorados y vestuarios, y sobresalientes actuaciones.

Pensamos como espectadores que el principal problema está en cómo enlazar los rumbos de los hermanos: ambos funcionan como dos personajes tan desiguales, sumidos en situaciones tan diferentes..., sólo unidas por un argumento que temblequea en varias partes del relato. Un conflicto del pasado no resuelto del protagonista (cuya motivación se desconoce casi hasta el desenlace), funciona como un motor no muy presente en las casi dos horas de duración.
Se presentan personajes interesantes, como los que interpretan Daniel Fanego y Sofía Gala Castiglione: actores que se ponen a la talla de un hombre turbio y una mujer débil, pero con un objetivo entre inocente y sabio. Ambos aportan credibilidad a la trama central, interactuando con el protagonista y sumiéndolo en el mundo de la corrupción: un universo que jamás se llega a percibir del todo, sino que se pierde en las suposiciones, los diálogos ausentes, las sombras sobre las orillas del Delta. Gran parte de este universo se percibe en la conversación inicial sobre las abejas, entreabriendo el mundo donde se desarrollará la mayor parte del film.
Hay una delicada atención a la música, que sigue con maestría las situaciones, también aportando climas y sombras, pero también, esperanza para estos personajes oscuros y perdidos.
En síntesis: una buena película, con personajes interesantes, pero que, con los recursos que contaba, podría haber dado otras vueltas de tuerca argumentales.

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